COMPROMISO CON LA LIBERTAD

En el contexto del peligro que suponen los terroristas islámicos, y todo el terrorismo en general, el ex-líder nacionalista catalán moderado Jordi Pujol mantuvo siempre una visión clara y objetiva de la situación internacional que nos tocó vivir. Inglaterra se diferencia de España, entre otras cosas, por su larga tradición atlantista. Pujol expuso recientemente un análisis que a nadie extraña ni deja indiferente. Dice: "Algún día los servicios secretos de algún país explicarán en detalle algo que imaginamos, y de hecho casi sabemos. Y es que cuando Al Qaeda decidió llevar a cabo ataques terroristas destinados a que los aliados de Estados Unidos desertaran de la coalición y abandonaran Irak, descartaron desde el primer momento a Gran Bretaña como objetivo porque saben que es un país que, de ser atacado, no se arruga sino al contrario, reacciona con firmeza y determinación." Esto último, desgraciadamente, fue lo que no ocurrió en España. En nuestro país, el terror, no contento con provocar un baño de sangre, condicionó totalmente el resultado de nuestras elecciones democráticas. Algo preocupante para cualquier gobierno de los países que aspiran a combatir con dureza la lacra del terrorismo. España, contra la cual tenían pensado atacar desde finales de 2001 (se supo gracias a los teléfonos móviles y demás material incautado a los terroristas detenidos tras el 11M), dejó constante su todavía joven tradición atlántica y sus frágiles lazos de cara a la derrota del terrorismo internacional.
La guerra de Irak y la caída de la dictadura se empezaron a fraguar un 16 de marzo de 2003 en las islas portuguesas y, obviamente atlánticas, Azores. A los que participaron en la intervención, Estados Unidos y Gran Bretaña, se le unió valientemente en aquel momento España. Portugal también ratificó todas las decisiones tomadas allí, como lo harían sucesivamente numerosos países con vinculaciones atlantistas y otros que no tenían tan presentes esas vinculaciones. Australia, Japón, buena parte de Europa del este y occidental y gran parte de Centroamérica respaldaron las decisiones tomadas en la Cumbre de las Azores. Mención especial para el Rey Abdalá de Jordania, que pese a la presión vivida en su país, decidió seguir con su tradicional política de apoyo a las libertades, en definitiva a la causa atlántica. Todas estas naciones no se mantuvieron al margen de la violación, por parte del régimen de Saddam, de la Resolución 1441 de la ONU. Esta resolución le obligaba a permitir la inspección de sus instalaciones de armamento. Fue entonces cuando Aznar, antes de la cumbre de las Azores, había decidido junto a Bush y Blair presentar una nueva Resolución para intentar encontrar un punto de acuerdo acerca de la posición que la comunidad internacional debía adoptar ante este incumplimiento. Francia, Alemania, Rusia y China habían no obstante bloqueado este intento y no estaban dispuestos, inexplicablemente, a que la legalidad internacional se cumpliese. Ante esta situación se convocó la famosa cumbre para acelerar una inevitable intervención que evitaría el estancamiento de una situación muy grave.
La solución fue acertada y Saddam, por haberse negado a algo que le obligaba la legalidad, se podía esperar a una contundente respuesta.
Cabe recordar que José María Aznar, en el año 1998, había llegado a un acuerdo con Bill Clinton y Tony Blair para intervenir en Irak. El presidente demócrata había asegurado que la intervención era necesaria y que era el momento de que Saddam Husein ya no violara más Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Por falta de tiempo, Clinton no lideró esa alianza, que más tarde recaería en responsabilidad de George W. Bush. El vínculo atlantista es fundamental para España, cuya historia no se entiende sin él. Gracias a los Reyes Católicos se descubrió América, ¿cómo no va España a defender y a participar en la medida de lo posible en las relaciones atlánticas?. Europa, y el mundo en general, le deben mucho a Estados Unidos. Líderes como Roosevelt o Reagan ayudaron notablemente y valientemente a luchar contra largas y horribles guerras, contra el nazismo y contra el comunismo entre otros. Víctimas del comunismo como el checo Václav Havel no van a decir lo contrario y apoyan la lucha del terror y del totalitarismo desde una perspectiva atlántica, desde un liderazgo estadounidense. Es por eso, en parte, que Havel invitó a su actual homólogo Aznar a conferencias y a tertulias a finales de 2004. Fue de hecho en septiembre pasado que el ex líder checo le dijo a su amigo, la relación es de más de diez años, Aznar: "Usted y yo, tenemos la responsabilidad moral de trabajar todos los días por la libertad en Cuba." Ese era un viejo objetivo común de los dos. Fue por eso que Aznar se incorporó al Comité para la Democracia en Cuba, presidido por el propio Havel. La FAES, a su vez presidida por Aznar, destina buena parte de su tiempo a respaldar y ayudar a la disidencia cubana. La dramática situación vivida en la isla es sin duda otra de las preocupaciones de los países atlánticos.
Más de dos años después de la caída del genocida Saddam, el tirano iraquí fue el causante de una cifra mayor a un millón de muertos no lo olvidemos, la situación es compleja. Los aliados, con la Administración Bush a la cabeza, han cumplido con su deber. Los países de la alianza no han doblado la rodilla ante la barbarie de los asesinos en serie, mal llamados resistentes. El compromiso de libertad que se fraguó en las Azores vio definitivamente la luz el 30 de enero de 2005. Ese día la libertad cobró todo su significado. A pesar de las bombas, de los suicidas y de demás cobardes guerrilleros de Allah, 60% de iraquíes salieron a depositar su voto jugándose la vida. Era emocionante ver como la libertad lo podía todo. Ver como después de tantos año en los que se les había negado a muchos los más mínimos derechos y pretensiones, triunfaban ante la injusticia. Era la hora de la democracia, la hora de la libertad. Ese compromiso fue el que emprendieron muchos líderes valientes, como Aznar, con una decisión tan necesaria como impopular, y a pesar de la oposición de la calle. Oposición, por cierto, instigada alguna vez en España por el pancartismo de izquierdas que tanto abunda en nuestros "artistas", por decir algo. Hoy en día, como ya deje claro en otro artículo, respaldo y me enorgullezco de la posición tomada por Aznar y su gobierno. La única posición que aseguraba la libertad y el fin de la cruel dictadura. El revés de la moneda, como amargamente vemos desde nuestras televisiones y demás medios de comunicación, son los camicaces y suicidas provenientes de Al-Qaeda y demás ramificaciones. Esos enemigos de la libertad, criminales y nostálgicos de líderes asesinos y demás lapidaciones se dedican a hacer lo que mejor saben, causar terror. ¿Por qué ponen Irak a fuego y a sangre? Está bien claro. Nunca aceptarán que los aliados hayan venido a democratizar su zona y a repartir una libertad que repudian. Pero, con el respaldo que estamos viendo por parte de los gobiernos que actuaron con decisión y firmeza, tienen todas las de perder. A presidentes como Zapatero, la libertad y democracia en Irak no les debe nada. Absolutamente nada. Máxime cuando como en el caso de nuestro actual presidente se retiraron cobardemente unas tropas que estaban cumpliendo ejemplarmente su labor de seguridad y en un momento poco oportuno. Sus traiciones no se quedaron ahí, si no que recomendó a los demás gobiernos retirar sus tropas. Gracias a Dios, el peso de Zapatero a nivel mundial está a la altura de sus aciertos: son ambos casi irrelevantes.
Es justamente ahora cuando vemos como evolucionan los que coinciden con Zapatero en la deserción de Irak. Jacques Chirac tiene sus días contados en el Eliseo tras su fracaso en el referéndum europeo del pasado domingo. En este caso me inclinaría, para sustituirle en las Presidenciales de 2007, por el actual dirigente del UMP, partido de Chirac, Nicolas Sarkozy. Este hombre, muy atlantista, mucho más que Chirac, destaca por su sentido común, seriedad y amistad con líderes tan respetados a nivel mundial como José María Aznar. Y qué decir de Schröder. Su derrota el próximo mes de septiembre es más que segura. La nueva líder de los conservadores alemanes, la cristianodemócrata Angela Merkel, tiene todas las papeletas para ser la primera mujer en alcanzar la Cancillería. El eje franco-alemán, que tanto alaba Zapatero, es por lo tanto el eje de la derrota. Y ello sin contar los intereses que mantenían ambos presidentes con el régimen de Saddam antes de la intervención, en lo que a contratos de petróleo se refiere. En el caso de Putin, que también impidió que Rusia se sumase a los aliados, la situación es diferente. Es tras la cruel y sangrienta matanza de Beslán, donde fallecieron entre muchísimos otros multitud de niños indefensos y en la cual participaron numerosos terroristas musulmanes, aunque la mayoría eran chechenos, que Putin se dio cuenta de su error y de que al terrorismo hay que combatirlo de la mano de las fuerzas atlánticas. No es por lo tanto casualidad que, tras una conferencia de Aznar en Moscú ya siendo ex-presidente, Putin lo invitara al Kremlin con honores de jefe de gobierno y haciéndolo públicamente, ante la prensa. Putin dejó claro aquella tarde que el compromiso de Aznar y los aliados era valiente y justo. La barbarie de Beslán, por muy cruel que ello parezca, supuso un antes y un después en la visión de Putin. Bush y Blair, sobradamente reelegidos para un segundo y tercer mandato respectivamente, suponen el liderazgo de las fuerzas aliadas contra el terrorismo, frente al estancamiento de algún líder que no quiere ver la gravedad de la situación internacional.
Siguiendo con la guerra de Irak, hay que acabar ya con una mentira que los sectores de la izquierda ponen en la mesa una y otra vez. España NO fue a la guerra. España envió un buque para realizar operaciones quirúrgicas y repartir víveres y soldados para asegurar la seguridad, valga la redundancia, en alguna zona con escaso peligro. El que sí envió tropas de reemplazo fue Felipe González en la primera guerra del Golfo. Pero la memoria de algunos es a veces de una debilidad insospechada. España cumplió con lo pactado, como lo hicieron las numerosas tropas que fueron enviadas al Golfo Pérsico. En el contexto de la intervención, se habló de las armas de destrucción masiva que posiblemente tenía ocultas Saddam. En este caso, y pese a que se pensaba que iban a surgir muchas más en un principio, se encontraron varias fábricas de armas de destrucción masiva. El periódico The New York Times informó además de algunas de las propias armas. El hecho es que no se sabe aún donde están las que ocultó Saddam, pero a buen seguro aparecerán algún día o se sabrá qué fue de ellas. Como he dicho anteriormente, el hecho de que el dictador iraquí violase las Resoluciones de la ONU, y a pesar de la nula voluntad en esclarecer el caso y en los vetos por parte de unos pocos países, ya se bastaba por sí solo para tomar una decisión contundente y actuar.
No quisiera finalizar sin dejar aquí presente el testimonio de algún espectador directo del conflicto iraquí. El primero es el periodista francés Roger Auque. Es el último francés, a la fecha, que permanece en Irak. Se tienen muchas noticias de él porque regresa una o dos veces al mes por unos días para participar en debates televisivos. Este hombre sincero, moderado y muy humilde sostiene que la situación es incomparable con la de la era Saddam. A pesar de los atentados, confía en que los americanos, de los cuales reconoce errores como en toda guerra, logren vencer a los cobardes asesinos que siembran de muertos el país sin razón ni fundamento alguno. El testimonio de este valiente comunicador, que estuvo secuestrado un año entero por la Hezbollah libanesa en 1987, es un reflejo de lo mal que lo está pasando la población pero también lo es de la firmeza y liderazgo de Estados Unidos en la zona. También quiero acordarme del calvario que vivieron durante cuatro meses los ya famosos periodistas, también galos, Christian Chesnot y Georges Malbrunot siendo rehenes de un grupo terrorista en Irak. Aunque ninguno comparte, o eso dicen tras su laboriosa cautividad, los ideales americanos, tuvieron ocasión de hablar con sus verdugos y opresores. En una de las conversaciones les preguntaron a qué aspiraban con sus actos. Los terroristas les contestaron claramente, según lo que Chesnot y Malbrunot contaron en innumerables tertulias y entrevistas tras su vuelta a París, que pretendían restablecer la hegemonía islámica desde España, incluida, hasta las puertas de China. Ante semejante delirio y disparate, solo me queda recordar algo sobre lo que nunca he dudado. La publicación del historiador, escritor y periodista Cesar Vidal "España frente al Islam. De Mahoma a Ben Laden.", entre otras, y las conferencias del ex-presidente José María Aznar en Georgetown (Washington), entre otras, cobran todo su valor y veracidad. ¿Alguien dudaba de todo ello? Yo no. La libertad y pacificación del mundo es un compromiso de todos, y todas las naciones deben de participar activamente en ello. Hay decisiones más duras que otras, más impopulares que otras, pero todo está justificado si es para dar la libertad a los que indignantemente y anacrónicamente viven de rodillas y sin derecho alguno.
4 comentarios
yop -
mr canvas -
Anónimo -
aunque soy considerablemente atlantista creo que no se puede obviar el hecho de que no podemos dar la espalda a Europa, el Reino Unido es tradicionalmente euroesceptico y ello hace que se relacione más con los USA.
En el caso de España, la unión más natural es con Europa y sudamerica, esto hace que el vinculo con otros países no deba afectar a esta unión.
Por supuesto hay que mantener una relacíno amistosa y de estrecha colaboración con los países atlánicos, pero no podemos unirnos a "cruzadas" alejadas de la legalidad por mucho que luego se intentasen congraciar con ella y que además son autenticos atentados contra el pensamiento democrático por mucho que enmascaren sus acciones en este principio.
En cuanto al horrible atentado que sacudió España, es cierto que fue determinante para la victoria socialista pero más que la " debilidad" de los españoles pudo el sentimiento de sentirse engañados por su gobierno y el descontento con su actuación en los días posteriores
Edu -
Ante un mundo de desigualdades, donde los países subdesarrollados no optan por el liberalismo económico y el establecimiento de derechos humanos, es cuando las grandes potencias se debaten en la sempiterna cuestión de si el medio justifica el fin. Para ser más claros, si es legítimo que la primera luz que vean los oprimidos sea la de las bombas. Entre la pasividad o la acción es difícil hallar una postura intermedia satisfactoria. Sólo hay que demandar una cosa, coherencia. No se puede derrocar a Sadam en nombre de la libertad y no intervenir en Cuba y en determinadas dictaduras africanas y árabes.